domingo, 29 de enero de 2012

En boca de todos


Cuando un partido se ve perjudicado por una actuación arbitral el número de decibelios en el espacio aumenta considerablemente. Como consecuencia nos desprendemos de lo racional y dejamos fluir en el interior de cada uno palabras y actitudes malsonantes. Este suceso provoca una alteración de nuestro comportamiento cuyo final varía en función de la persona y sentimiento.

En efecto el resultado final de un partido de fútbol puede verse influido por decisiones arbitrales incorrectas, es decir, por no hacer bien su trabajo.  Fruto de esto los árbitros alegan que aparte de ser humanos todos se equivocan alguna vez.  Preguntar a un cirujano cardiovascular  que pasa si comete un fallo.  O preguntar al conductor de un vehículo porque su coche sigue sin funcionar a la salida de un mecánico. Si vosotros habéis escogido esta profesión  se entiende que sois los mejores o que es lo mejor que sabéis hacer. Aunque no sé si existe la vocación de árbitro.

Una vez elegido esta profesión respeto la decisión.  Eso si en muchas ocasiones no entiendo las formas ni las actuaciones. Pero esto no tendría que suponer nada negativo si la gestión y selección arbitral fuera la correcta. El árbitro tendría que ser penalizado al igual que puede ser los jugadores, entrenadores… Seguramente luego el porcentaje de aciertos será mayor.  Por esto encuentro que los árbitros tendrían que ser penalizado en cuanto al salario. Y como los árbitros cobran en función de los partidos que arbitren pues mejor que descansen (de media un árbitro cobra 3.200 euros por partido). Sino otra opción es darle la oportunidad a colegiados de segunda división pitar partidos de primera y que los afectados bajan a segunda un tiempo determinado.

¿Quién es mejor que quien? ¿Quién determina quienes puedes o quienes no?