lunes, 3 de junio de 2013

Un mallorca sin Amor



En esta noche estrellada de luz y sombra no sé si debo llorar al ver como la nostalgia se acuerda de mí.  En un mar de diapositivas encarnadas, zigzaguean y me cubren la memoria mientras intento farfullar a duras penas mi estado actual.  En memoria a los ángeles que vistieron los colores del Mallorca, en memoria a las imágenes vistas por televisión, en memoria de un pasado mejor, hoy he perdido el amor por el fútbol.  Un fútbol monopolizado por el dinero, la avaricia y la memez,  donde los sentimientos son parte de lo mismo, del vacío institucional que a nadie le importa.

En este tiempo de subsidios emocionales, hipotecas de contrabando, desahucios institucionales, concursos de fantoches, jugadores sin alma y almas compradas sin querer. En este tiempo de crisis aguda, ladrones de guante negro, pagarés caducados, dirigentes sin oficio y oficios fantasmales, doy gracias por ser partícipe de la historia hermosa del Mallorca y que sólo los que se hacen llamar eruditos o farsantes se sientan aludidos por los últimos tiempos, porque esa no es mi historia.

En mi persistencia por encontrar el verdadero amor, aquel que se encontraba antiguamente en los terrenos de fútbol, en las terrazas cálidas después del entrenamiento, en las gradas compartidas, en el jolgorio del Lluis Sitjar miro al futuro incierto, con segundas preocupaciones.


 No necesito discursos emocionales que nadie entiende, estadios de lujo multideporte, jugadores falsificados que no saben defender. Sólo pido amor, sólo eso.  Aquel que se encuentra en las cosas bien hechas de las mentes predispuestas.